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  • Foto del escritorNevado

Sweet Dreams (+18)

¡Bienvenido de nuevo, viajero! Supongo que no hace falta que me presente, pero lo haré de todas formas por si acaso. Mi nombre es Nevado, y soy el escritor de La Casa de Espelta. En esta ocasión, te traigo una historia erótica bastante romántica. ¿Por qué no le echas un vistazo?


No te preocupes si lo único que quieres leer es la parte SFW (Safe For Work, sin contenido explícito), porque el comienzo de la parte "caliente" se te notificará previamente para que puedas dejar de leer si lo deseas.


 

-¡Dispárale! ¡Pero no ahí, tonta, sino en el ojo amarillo ese que tiene en el hombro!- -¡No puedo, Noah!- Era una noche de sábado como otra cualquiera. Mi novia y yo nos encontrábamos jugando como de costumbre a la PlayStation mientras tomábamos algo de comida rápida, pasando un rato bastante divertido. Yo me había propuesto enseñarle la saga de Resident Evil, y así lo hice. Habíamos conseguido llegar hasta la segunda entrega después de mucho esfuerzo, puesto que ella era bastante asustadiza y novata en aquel mundillo. -Tienes que apuntar mejor, cariño. Si no te centras en los puntos débiles del jefe, estás desperdiciando munición.- Le había repetido aquella última frase miles de veces, pero no me cansaba de hacerlo nunca. Ella se lo pasaba realmente bien con ese tipo de videojuegos, y no la podía culpar. Yo también disfrutaba un montón, pero no gracias a la consola. -¡Ya pues! Vas a ver que esta vez lo consigo.- Dalia sonreía de una manera que me dejaba hipnotizado. Se la veía realmente feliz, y no pude evitar pegarme un poco más a ella. -Demuéstramelo.- La reté juguetón -Mira y aprende.- Me respondió con confianza De nuevo, cargó partida y trató de pasarse aquella fase final. Yo, en cambio, aproveché para tomar otro trozo de pizza. -Claro, estaré atento para aprender cómo no jugar Resident Evil.- Ella soltó una risa irónica y centró toda su atención en la partida. Para mi sorpresa, lo estaba haciendo mucho mejor que en las veces anteriores. No lograba igualarme, pero estaba claramente dando lo mejor de ella. -¡Toma ya!- Exclamó después de unos cuantos minutos muy intensos -Chúpate esa.- Delante del avatar de la protagonista yacía el cuerpo sin vida del jefe de aquella fase, asesinado por mi pareja. -Debo admitir que me siento impresionado.- Dije con una sonrisa cariñosa Dalia me correspondió la sonrisa, guardó su progreso y se pegó de manera repentina a mí, abrazándome. -Te he superado, admítelo.- Me susurró con aires de superioridad, bromista -Ni en tus mejores sueños.- En respuesta, ella simplemente emitió un pequeño gruñido de furia y agarró otro pedazo de pizza. -Cuando llegue la hora de la verdad, vas a llorar.- Yo reí ante aquella amenaza tan gratuita. -Eso ya lo veremos, cariño. Por ahora comamos y disfrutemos de nuestra noche libre, que ya tendré tiempo para humillarte más adelante.- -.-.-.-.- La velada transcurría con toda la naturalidad del mundo. Las risas no faltaban, ni siquiera tras minutos y minutos de conversación. Ver a Dalia así me llenaba de felicidad, me daba una sensación tan fuerte que era indescriptible. Ella se encontrada tumbada sobre mi cuerpo, molestándome y llamándome "jirafa". Yo la tenía tomada de las caderas y le respondía con palabras como "pitufa" o "pequeña Dalia". Aquel era un momento de los que yo no cambiaría nunca por nada del mundo, pero aún podía mejorar. La noche acababa de empezar. -¿Y has terminado ya tu encargo, cielo? Recuerda que tienes que tenerlo listo para antes de la semana que viene.- -Me queda solo retocarlo y ya estaría listo, pesado.- Su rostro expresaba tranquilidad y bienestar, lo que generaba por mi cuerpo una sensación casi indescriptible. No pude evitar colocar una de mis manos sobre sus mejillas y darle un beso rápido en los labios, a lo que ella respondió con una risita y unas cuantas caricias sobre mi pecho. -Qué cariñoso estás hoy, Noah.- Comentó ella -Yo siempre estoy cariñoso. ¿Insinúas que es raro verme así?- Le contesté mientras masajeaba su cintura

-A lo que me refiero es que últimamente no has estado muy cariñoso conmigo, y me haces sentir algo necesitada…- Su tono de voz se volvió algo más sensual, lo que me bastó para deducir qué rumbo estaba tomando aquella conversación. -Creo que te entiendo, aunque a lo mejor estamos hablando de distintos tipos de cariño.- Dije para seguirle el juego -Puede ser, pero estoy segura de que sabes qué tipo de cariño te estoy pidiendo…- Sus manos comenzaron a internarse por debajo de mi camiseta, acariciando mi ombligo y torso. Yo decidí no quedarme atrás y empecé a subir su polo lentamente, con la intención de desvestirla. Mis dedos se deslizaban por su piel, masajeándola suavemente mientras la iba dejando al descubierto poco a poco. Cuando llegué a sentir sus pechos, ella dejó escapar un suspiro de excitación, lo que me dio luz verde para detenerme en aquella zona momentáneamente. -Me encantas, cariño.- Le susurré, masajeando sus senos Dalia sonrió, acercó su rostro al mío y empezó a besarme apasionadamente. Yo, en cambio, seguí acariciando su cuerpo con mis manos, esta vez llevándolas a su cintura y tratando de sentarla sobre mi entrepierna. -Qué directo eres, chico…- Se "quejó" ella con claro tono de broma -No me habías dicho que querías algo de juego previo.- Contesté con una risita pícara Ante aquellas palabras, decidí cambiar de paradigma. Sin decir nada más, traté de desvestirla al completo, quitando sus pantalones y ropa interior de mi camino y dejando que ella hiciera lo mismo conmigo. Una vez desnudos, la noche comenzó de verdad. -¿Y qué piensas hacer, cariño?- Me preguntó -Ya verás, seguro que te gusta.- Prometí -Entonces, soy toda tuya…- Para no hacerla esperar mucho más, la tomé de las caderas y comencé a subir su cuerpo por el mío, llevando su entrepierna a la altura de mis labios. -Ay, cielo…- Jadeó ella en respuesta Su líquido y aroma no tardaron en invadir mi rostro, pero no me importaba. Yo simplemente bajé su cintura y comencé a lamer su vagina superficialmente, preparándola para lo que seguía. Mi novia jadeó y mojó mi boca aún más, indicándome que lo estaba haciendo bien. Después de estar así unos cuantos segundos más, llegó la hora de dar un paso adelante. Lentamente, me fui metiendo en su interior, acariciando y saboreando sus paredes a medida que avanzaba. Pude notar sus caderas temblando y moviéndose contra mí, por lo que no paré ni un segundo de darle placer. Cuanto más profundo se movía mi lengua, más jadeos lograba escuchar. -Ahí, ahí, ese es el lugar…- Me anunció entre sonidos de placer

Yo concentré toda mi atención en hacerla gozar, pegando su cuerpo a mis labios para poder meter mi lengua lo más hondo posible, rozando aquellos puntos con los que ella aparentemente disfrutaba más. -Amor, sigue…- Para motivarla aún más, llevé una de mis manos a sus nalgas y empecé a apretarlas con delicadeza. Así estuvimos hasta que llegó el momento de su clímax. -Voy… voy a correrme…- Jadeó ella -Córrete entonces amor, no te preocupes…- Le respondí como pude Con un último gemido, tomó mi cabeza con sus manos y la pegó a su entrepierna, llenando mi lengua con su líquido para después tumbarse de nuevo sobre mi cuerpo, exhausta. En cuanto pude recuperar el aliento, agarré un pañuelo y me limpié el rostro lo mejor que pude. -¿Te ha gustado, cielo?- Le pregunté cariñosamente, acariciando su pelo -Me ha encantado, corazón.- Me respondió con una sonrisa -Pero aún no has terminado…- De un momento a otro, me encontré con que mi pareja había logrado deslizarse por mi cuerpo, quedando ahora ella debajo de mí. Podía sentir cómo sus piernas me abrazaban y me pegaban a ella. Mi pene, claramente erecto y listo para la acción, rozaba las puertas de su vagina, lubricándose. -No sé a qué esperas, Noah.- Sus brazos rodearon mi cuello y me acercaron a su rostro, lo que derivó en un beso bastante más apasionado que los anteriores. No tuvo que suceder nada más para que yo, impaciente, tomara sus caderas con mis manos y comenzara a empujar las mías contra ella, penetrando su interior con delicadeza. Sus jadeos se convirtieron en gemidos, y su abrazo se convirtió en una cárcel de la que yo no querría escapar nunca. Yo me deslizaba dentro de ella con una facilidad impresionante, lo que hizo que la experiencia fuera aún más placentera. Nuestras caderas chocaban entre sí, y nuestros labios se juntaban desesperadamente en busca de los besos del otro. Mis manos masajeaban sus pechos, jugando con ellos mientras ella clavaba sus uñas en mi espalda. -Mételo entero, cariño, quiero sentirlo todo…- Me pidió entre gemidos, empujando mis caderas con sus piernas Aquellas palabras fueron suficiente para restablecer mis energías. Con todas mis fuerzas, bajé mi cintura todo lo posible, sintiendo cómo la vagina de mi novia palpitaba y se abría ante mí, recibiéndome al completo. Mi pene se metió hasta el fondo de su interior, subiendo y bajando repetidamente para que no quedase ahí la cosa. Los gemidos de Dalia invadían mis oídos, invitándome a aumentar la velocidad con la que la penetraba. Nuestros cuerpos chocaban una y otra vez, con tanta fuerza que el sofá parecía estar a punto de romperse. -Cielo, me encantas…- Jadeé contra sus labios, besándola -Y tú me encantas a mí, cielo, más que nada ni nadie en el mundo…- Me respondió ella, abrazándome con fuerza -¿Quieres… quieres probar algo más?- Yo aminoré el ritmo y dejé escapar un suspiro de cansancio. Mis piernas ardían y me pedían descansar, así que asentí. -Túmbate cielo, debes de estar cansado.- Adivinó -Deja que yo haga el resto…- Como respuesta, sonreí y me eché en el sofá. Ella, por el contrario, se subió encima de mí y enderezó mi pene bajo su vagina. -Cuando quieras, Dalia.- De repente, sus caderas bajaron hasta tocar las mías, lo que yo aproveché para colocar mis manos en sus piernas y acariciarlas mientras seguía el ritmo con el que ella se movía, cerrando los ojos para sentir con mayor intensidad el placer del momento. Su cuerpo cabalgaba el mío con lujuria, y nuestros jadeos y gemidos se mezclaban con el sonido de nuestras entrepiernas chocando una y otra vez. Estuvimos haciendo el amor durante un buen rato, disfrutando el momento de una manera indescriptible. Sentir a Dalia de aquella manera me hacía estar en el mismísimo paraíso, y no quería que aquello terminase nunca. -Cielo, voy a correrme…- Advertí entre jadeos -Lléname, cielo, déjame embarazada…- Me pidió ella Cuando supe que no podía aguantar más, tome las caderas de mi pareja con fuerza y las mantuve firmes y pegadas sobre las mías, metiendo mi pene hasta el fondo de su vagina y dejando que mi semen la llenase al completo. Tras aquellos instantes tan intensos, lo único para lo que nos quedaban energías era para acurrucarnos el uno con el otro, abrazándonos amorosamente y besándonos con suavidad. -Me has dejado muerta, cariño…- Susurró mi novia con una risita cansada -Entonces ahora toca dormir, ¿no?- Supuse, dándole un beso rápido en la frente -Sí, es lo único que quiero ahora.- Su voz sonaba dulce y relajada, lo que me hacía sentir demasiado a gusto a su lado. -Entonces descansa bien, cielo. ¿Qué harás más tarde?- Le pregunté -Creo que me pondré a dibujar los encargos que me quedan por entregar, y, si puedo, trabajaré en una cosa que te tengo preparada.- -Suerte con eso mi amor. Déjame un mensaje por la mañana, ¿sí? Me ha encantado estar contigo este rato.- -Gracias corazón. Tú descansa bien, ¿vale? A mí también me ha gustado mucho el día de hoy…- -Lo haré. Hablamos mañana mi niña.- Me despedí de la manera más cariñosa posible -Hasta mañana mi niño.- Tras aquellas últimas palabras, un pitido marcó el final de nuestra conversación. De repente, el silenció tomó el control de mi habitación, pero no me hizo dejar de sonreír. Yo simplemente dejé mi móvil a un lado, me lavé los dientes, me tapé con mis sábanas y cerré los ojos, abrazando una de mis almohadas y soñando que, algún día, ahí iba a estar la mujer de mis sueños.


 

¿CUÁNTO COSTARÍA ESTA HISTORIA ERÓTICA?


Base: $6


Complementos: Escena mediana (+$2)

Escena larga (+$3)


Precio final: $11


 

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