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Caos (NUA #3)

Actualizado: 28 oct 2020

"Alex solo dejó de golpear el rostro de la hiena cuando notó el peso muerto de esta sobre sus patas, anunciando el claro ganador de aquel violento encuentro. Tras dejar en el suelo al infectado, el canino se agachó rápidamente para socorrer al pájaro, tomando una de sus alas y ayudándole a subir al balcón."

 

¡Buenos días, querido lector, y bienvenido a un nuevo blog!


En el día de hoy os traigo el tercer capítulo de mi novela Nuestro Último Aliento, ¡próximamente disponible en Wattpad (31-10-2020)! Espero de corazón que lo disfrutes y que me dejes tu más sincera opinión en la caja de comentarios.


¡Buena lectura!


 

29/01/2022


Alex observaba su vaso de ron vaciándose lentamente a medida que los minutos pasaban. Las manecillas de su reloj de pared avanzaban con un tictac constante, pero la radio del agente seguía sin recibir señal alguna. El canino había estado despierto toda la noche, a la espera de cualquier mensaje de sus camaradas policías. Los dos individuos que había rescatado el día anterior, Emilia y Juan, parecían haberse asentado en el salón de su casa a juzgar por los ronquidos que se escuchaban desde aquel lugar. Mientras probaba suerte con otros canales de radio, Alex recordaba la conversación que había tenido con la reportera tras haberla salvado justo en la puerta de su casa.


-Entonces… ¿qué ha pasado en el hospital exactamente? Cuéntame.-


-Todo parecía estar tranquilo en un principio, pero la situación no tardó mucho en ponerse fea.-


-¿A qué te refieres?-


-Los animales que me perseguían. Algunos eran pacientes de aquel hospital.-


-¿Estás diciéndome que se han escapado todos?-


-Sí. El virus del que estaban infectados se manifiesta en cuestión de minutos, pero las medicinas parecen retrasar su efecto según Juan.-


La radio comenzó a recibir algo más que interferencias. Alex meneó la cabeza para despejar sus pensamientos y se concentró en el aparato, tratando de captar algún mensaje. Se escuchó una voz.


-A todas las unidades. La comisaría de policía delta ha caído. Repito, la comisaría de policía delta ha caído.-


El agente dejó su vaso de alcohol en la mesa y permaneció expectante. La señal pareció entrecortarse durante unos segundos antes de sonar nuevamente con claridad.


-…los civiles a la comisaría central. Repito, evacuad a todos los civiles a la comisaría central. Este canal será solo para emergencias, así que procurad no usarlo demasiado para no saturarlo. Corto.-


Tras unos cuantos segundos de silencio, Alex agarró la radio y la colgó en su cinturón. Se levantó de su silla y salió de la cocina, caminando después hacia su dormitorio. Una vez allí, abrió su armario y buscó algo de ropa para la ocasión.


-Debería de ordenar esto más a menudo…- Susurró mientras sacaba prendas y prendas de su ropero, lanzándolas por los aires hacia su cama


Lo que necesitaba era algo cómodo pero resistente a la vez, algo capaz de aguantar mordiscos y arañazos sin ser demasiado pesado.


-Bingo.-


El policía agarró una cazadora de cuero sintético y la sacudió con cuidado. Parecía ser algo vieja, pero serviría. Tras comprobar que no tuviera ningún agujero, la dejó colgada en el pomo del armario y empezó a desvestirse, aprovechando el momento para mirarse al espejo y sonreír con altivez al comprobar que su musculatura se mantenía tan imponente como siempre.


-A todas las unidades. Nos informan de varios ataques vandálicos en algunas calles del distrito oeste. Son grupos pequeños y no parecen estar coordinados entre sí, pero extremad la precaución. Corto.- Sonó en la radio


Alex terminó de cambiarse de ropa y salió de su habitación, bajando de nuevo a la planta baja de su casa. Caminó hasta el salón sin hacer ruido para no despertar a sus invitados y agarró su placa de policía de una de sus vitrinas altas de madera, observándola relucir en su pata durante unos instantes. Aquella insignia de oro era motivo de orgullo para el canino, un símbolo de esfuerzo y de vocación que lo había marcado desde que entró en el cuerpo de policía nacional. El agente guardó su placa en uno de los bolsillos de su chamarra y agarró las llaves de su coche, dispuesto a dejar la seguridad de su casa para reunirse con sus compañeros en la comisaría central de policía.



-.-.-.-.-



Las carreteras de Sevilla estaban manchadas de rojo. Las aceras, usualmente transitadas por decenas de animales que se dirigían a sus trabajos u hogares, se encontraban ahora sin vida, sin aquel flujo constante que le daba alegría a la ciudad. Lo único que parecía atravesar aquellas calles era el automóvil de Alex, destruyendo a su paso el lúgubre ambiente que las reinaba con el ruido de su motor. De vez en cuando, el policía lograba ver algún que otro rastro de sangre en el asfalto, pero ni un solo cadáver o superviviente. ¿Dónde se habían escondido todos? ¿Acaso no había sobrevivido nadie? Lo más cercano a una forma de vida que Alex logró advertir durante su viaje en coche fue un cartel navideño que anunciaba ofertas temporales en uno de los muchos supermercados de Sevilla. La decoración festiva que aún bañaba la ciudad le daba un toque tétrico a la misma, pues los escaparates de algunas tiendas, en donde se exponían fotografías o dibujos de familias unidas y felices por el espíritu navideño, estaban ahora destruidas y cubiertas de vísceras. Alex intentó ignorar aquellos detalles para mantener su cabeza fría y concentrarse en el camino que tenía justo delante, procurando no perderse de camino a la comisaría.


-Joder, parece esto el puñetero apocalipsis.-


El rottweiler examinaba sus alrededores con detenimiento en busca de civiles, aminorando la velocidad de su coche cada vez que creía haber visto cualquier tipo de movimiento.


-¿Pero qué coño…?-


Justo cuando Alex estaba por desistir, sus ojos captaron una figura que saltaba por los balcones de uno de los edificios que tenía a su derecha. A juzgar por su anatomía, el corredor parecía tratarse de un ave. ¿Estaría huyendo de algún infectado?


-¡Eh, tú!- Le gritó Alex desde la ventanilla de su automóvil para captar su atención


El pájaro hizo caso omiso y siguió brincando de balcón en balcón, estando varias veces a punto de caerse al vacío. El agente afinó su vista y logró ver entonces de lo que escapaba aquel sujeto.


-¡Aguanta!-


Detrás del ave, babeando y riendo macabramente, corría una hiena de aspecto adulto. Sus movimientos eran rápidos y precisos, más que los de su presa.


-¡Ya voy!-


Alex acercó su coche a la pared del edificio y se subió encima de su techo lo más rápido que pudo, buscando después algún relieve por el que comenzar a ascender hacia el civil en apuros. Para empeorar aún más la situación, el pájaro perdió el equilibrio en uno de sus saltos y se quedó colgando en una de las ventanas del bloque, comenzando a gritar desesperadamente al descubrir que su perseguidor estaba cada vez más cerca de él. Alex, mientras tanto, ya había logrado llegar hasta uno de los balcones del primer piso.


-Mierda.- Maldijo al percatarse de que ya no tenía por donde seguir escalando


El policía tenía que buscar alguna manera de llegar hasta el superviviente, y debía hacerlo rápido. Para ello, decidió abrir una de las ventanas del edificio e internarse dentro de este en busca de cualquier plataforma que lo ayudase a alcanzar al ave. Su sorpresa fue grande al enterarse de que, dentro del apartamento en el que había irrumpido, se refugiaba una familia de ovejas que lo miraban con sorpresa y terror en sus rostros. Alex permaneció inmóvil durante unos instantes antes de sacar su placa oficial.


-Necesito una escalera.- Pidió el policía


El padre de familia, sin decir palabra, señaló con sus pezuñas un armario empotrado de madera. El canino se acercó a este, lo abrió y sacó una escalerita metálica de su interior.


-Estamos reuniendo a todos los supervivientes en la comisaría central de policía.- Informó a los ovinos antes de salir de nuevo al balcón -Buena suerte.-


Ahora que había conseguido lo que buscaba, Alex pudo seguir con su misión. Colocó la escalera lo mejor que pudo y procedió a escalarla con sumo cuidado, manteniendo su mirada en el pájaro que tenía justo encima. Repitió el proceso una segunda vez y llegó hasta la tercera planta del edificio, solo a unos cuantos metros de su objetivo.


-¡Ya estoy aquí!-


Sin perder ni un segundo más, el agente saltó al balcón del que pendía el pájaro y se encontró cara a cara con la hiena infectada, quien gruñó ruidosamente al advertir su presencia.


-Estás haciendo algo muy ilegal. Lo sabes, ¿no?- Trató de razonar Alex


Lo que el canino recibió como respuesta fue un gruñido aún más grave.


-¡No me hagas abrir fuego!-


Aquel grito tan repentino y el brusco movimiento que Alex llevó a cabo para desenfundar su arma fueron suficientes para que el otro carnívoro se abalanzase contra el oficial, quien logró reaccionar y apartarse a tiempo de su camino.


-¡Joder!-


La hiena no tardó en girarse y atacar de nuevo, impidiendo que Alex pudiera calcular un tiro directo con su arma de fuego. El rottweiler se vio obligado a pelear cuerpo a cuerpo contra su atacante, por lo que cerró sus puños con decisión y se preparó para luchar, tomando él la iniciativa antes de que lo hiciera su adversario. Sin dejarle reaccionar, Alex le propinó un gancho de izquierda con todas sus fuerzas, seguido de un culatazo de pistola directo al hocico. El canino recordó entonces las peleas en las que solía meterse cuando era adolescente, de las que casi siempre salía victorioso. Para no darle respiro alguno al otro mamífero, el rottweiler lo agarró del cuello de su ropa y continuó atizándole sin descanso, sintiendo cómo este trataba de liberarse desesperadamente.


-¡Deja de retorcerte, cabrón!-


Alex solo dejó de golpear el rostro de la hiena cuando notó el peso muerto de esta sobre sus patas, anunciando el claro ganador de aquel violento encuentro. Tras dejar en el suelo al infectado, el canino se agachó rápidamente para socorrer al pájaro, tomando una de sus alas y ayudándole a subir al balcón.


-¿Estás bien?- Le preguntó


El ave asintió con la cabeza.


-Eso creo. Gracias por salvarme.-


-Es mi trabajo.-


Alex mostró su placa de oro.


-Ah, eres poli.-


-Sí, lo soy. Ahora sígueme, mis compañeros están montando una zona segura en la comisaría central de policía.-


-¿En serio?-


-Sí. Vamos, no quiero que este cabrón se levante y nos ataque otra vez.-


El pájaro siguió a Alex hasta su coche, metiéndose como copiloto a su lado. El canino arrancó el automóvil y reanudó su camino hacia la comisaría central, esta vez acompañado de un nuevo compañero de viaje.



-.-.-.-.-



-¿Y cómo dices que te llamas?-


El trayecto parecía estar alargándose más de lo esperado. Algunas calles de Sevilla habían quedado colapsadas por culpa del espontáneo brote vírico en numerosos puntos de la ciudad, dificultando bastante el movimiento entre ellas. Muchos coches aún tenían abiertas sus puertas, pero algunos otros permanecían cerrados a cal y canto. ¿Por qué?


-Me llamo Alberto. Un placer, agente.- Se presentó, por fin, el ave


-Yo me llamo Alex. ¿Conocías al infectado?-


El policía reposaba su cabeza sobre una de sus patas mientras conducía, cansado después del enfrentamiento que había tenido varios minutos atrás.


-Era mi compañero de piso.-


Tener alguien con quien charlar, por lo menos, hacía que el tiempo fuera más ameno para el perro.


-¿En serio? ¿Y no te reconocía?-


-Por lo visto, no.- Negó Alberto -No parecía tener conciencia.-


Alex se sorprendía cada vez más con los extraños síntomas de aquel nuevo virus.


-Cuéntame más.- Le pidió al joven


-No sé si te habrás dado cuenta, pero parecía como si hubiese olvidado cómo hablar.-


-Lo supuse.-


Alberto miró por su ventanilla y chasqueó la lengua, furioso al no poder comprender a qué se enfrentaban exactamente.


-Parece como si… como si hubiesen perdido cualquier tipo de razón.-


-Es lo que dicen los expertos, ¿no?-


-Claro, pero… ¿qué clase de virus hace eso?-


Alex se encogió de hombros y siguió conduciendo en silencio, tratando de no darle demasiadas vueltas a la cabeza. Alberto decidió callarse también y conformarse con pasar el rato mirando el infinito, reflexivo.


-¿No ves extraño que, por ahora, no nos hayan atacado?-


El pájaro no tardó en querer expresar una de las muchas dudas que tenía acerca del comportamiento tan extraño de los infectados.


-No lo había pensado.- Admitió el policía -¿Cuál crees que sea el motivo?-


-No estoy muy seguro, pero creo que les dan miedo los coches.- Dedujo Alberto -O puede que, por estúpido que suene, no nos tomen como presas potenciales.-


Alex se fijó momentáneamente en la manera en la que su nuevo compañero gesticulaba. Movía sus extremidades de un lado a otro con cada palabra que salía de su boca. ¿Sería aquella su manera de mostrar nerviosismo?


-¿Por qué no iban a hacerlo? La hiena de antes me atacó nada más verme, incluso después de haberla amenazado con un arma de fuego.-


Alberto palpó el techo del automóvil.


-No creo que los infectados consideren una buena idea cazar una presa que esté protegida por un monstruo metálico.- Respondió con una sonrisa -Son algo irracionales, pero no tanto.-


-Ya veo.-


Mientras conversaba con el ave, Alex observaba el estado en el que había quedado su querida ciudad, aquella a la que había jurado proteger con su propia vida. Todo parecía tranquilo a su alrededor, pero algo captó su atención desde la lejanía. En lo alto de un edificio, parpadeante, logró avistar un rayo de luz que apuntaba directamente hacia ellos.


-¿Pero qué…?-


Antes de que el policía pudiera procesarlo, un fuerte estallido sonó a varios metros de distancia, acompañado del sonido de un proyectil impactando justo en el capó de su coche.


-¡Nos disparan!- Exclamó el rottweiler


Alberto se encogió en su asiento y se cubrió con sus alas, gritando asustado ante aquella nueva amenaza. Alex, en cambio, pisó a fondo el acelerador y trató de moverse de manera errática para marear al tirador. Tras unos breves instantes, una segunda bala impactó contra el automóvil, esta vez acertando en una de las ruedas delanteras de este y haciendo que se desinflara casi al instante. El agente no logró mantener el control de su vehículo y trató de activar los frenos, pero no pudo detenerse a tiempo. El coche se estrelló de lleno en el escaparate de una tienda de ropa y el canino golpeó su cabeza contra el volante, quedándose inconsciente en el acto.



-.-.-.-.-



-¿Alex? Cariño, despierta, que vas a llegar tarde.-


-…-


-Vamos dormilón, que aún tienes que desayunar.-


-…-


-Despierta cielo. Alex, despierta.-



-.-.-.-.-



-Despierta joder.-


Alex abrió los ojos repentinamente al escuchar los susurros de Alberto, quien, al parecer, lo había estado tratando de espabilar durante un buen rato.


-Por fin tío, ya te creía muerto.-


El policía se sentía aturdido, desorientado. ¿Qué estaba pasando? Trató de moverse, pero sus brazos se encontraban atados con una cuerda justo a sus espaldas. ¿Acaso lo habían raptado? ¿Quién?


-¿D…dónde estoy?- Le preguntó a Alberto, que parecía estar en su misma situación


-No lo sé tío, pero tengo un mal presentimiento. Uno muy malo.-


Alex prestó atención a su entorno. El lugar en el que los habían encerrado no parecía demasiado grande, y notaba una vibración constante debajo de su cuerpo. Afinó su oído y escuchó el ruido de un motor.


-Estamos en una furgoneta.- Dedujo -¿A dónde coño nos están llevando?-


Su compañero siguió forzando, sin resultado, sus ataduras, haciendo fuerzas con sus alas con el objetivo de romperlas. El policía mantuvo la calma y probó a buscar cualquier objeto punzante en sus pantalones, descubriendo entonces le habían requisado todo lo que llevaba encima, incluidas las llaves de su casa.


-Mierda.-


Ya que su primer plan había fallado, el rottweiler se vio obligado a recurrir al plan B.


-Alberto.- Dijo para llamar la atención del ave -Alberto, escúchame.-


El pájaro dejó de pelearse contra sus cuerdas y miró en silencio al canino, expectante.


-Date la vuelta.-


-Voy…-


Ambos machos se giraron y se colocaron espalda contra espalda, lo que Alex aprovechó para localizar la atadura de su compañero y tantear con ella, tratando de desatar su nudo. Tras toquetear a ciegas por varios minutos, la cuerda empezó a ceder.


-Ya está.- Anunció el policía en cuanto notó que las ataduras de su compañero habían caído


-Bien, me toca.- Escuchó susurrar al pájaro


Con un suspiro de alivio, Alex esperó pacientemente a que sus patas fueran por fin libres. La presión que sentía en sus muñecas desapareció y aquello que lo ataba se desplomó en el suelo.


-Perfecto.-


-¿Cuál es el plan ahora, Alex?-


El canino acarició sutilmente su nuca y dejó escapar un leve quejido de dolor. El golpe que había sufrido en el accidente de coche no había sido poca cosa, y probablemente le iba a dejar secuelas. Aun así, trató de mantener la cabeza fría y pasó a pensar en un plan de huida.


-El camión sigue en movimiento, así que no creo que podamos hacer nada sin detenerlo antes.-


-¿Y cómo haremos eso?- Preguntó Alberto -Estamos a oscuras, sin armas y en la parte trasera del camión. A mí no se me ocurre nada.-


Por mucho que pensara, Alex no era capaz de elaborar ningún plan que los ayudara a salir de aquella situación. Lo único que podían hacer era esperar y ver qué les tenía preparado el destino.


-Alberto, date la vuelta de nuevo.-


-¿Qué?- Preguntó, confundida, el ave


-Tú hazlo.-


-Bueno, vale, pero ya me dirás qué quieres conseguir con est… ¡oye!-


Antes de que pudiera reaccionar, Alex agarró las alas de su compañero y las inmovilizó con las mismas cuerdas de antes, haciendo con ellas un nudo rápido y bastante sencillo de romper.


-¿Qué se supone que estás haciendo?- Se quejó Alberto


-Elaborar nuestro plan de escape.-


-¿Ah, sí? ¿Y cómo se supone que me vaya a escapar ahora?-


-El truco va a ser engañar a nuestros raptores. Les haremos creer que estamos atados y, cuando menos se lo esperen, escapamos.- Explicó el rottweiler mientras volvía a anudar sus muñecas


-¿Estás seguro?-


-¿Tienes algún plan mejor?-


Alberto permaneció en silencio.


-Así me gusta. Ahora, trata de relajarte y de disfrutar el viaje.-



-.-.-.-.-



El trayecto fue largo y bastante incómodo. Los dos prisioneros habían mantenido sus bocas cerradas desde el mismo momento en el que Alex puso en marcha su plan, incapaces de sacar ningún tema de conversación. El policía ya había estado en varias situaciones como aquella, pero nunca como rehén. Él siempre era el que llegaba a salvar el día con su fuerza y valor, no el que esperaba, con las manos atadas, su final.


-Creo que ya hemos llegado.-


La voz de Alberto despertó instantáneamente al policía. El camión en el que estaban atrapados parecía estar aminorando el paso antes de detenerse al completo, confirmando así la suposición del pájaro. Un grupo de voces se escuchó en el exterior del vehículo.


-Supongo que traes a los dos prisioneros que nos decías antes por radio, ¿no?-


Alex pegó su oreja a la pared del camión para escuchar mejor la conversación.


-Así es. Uno es un perro policía y el otro no parece ser más que un estudiante universitario.-


-¿Tenían algo de valor?-


-El poli traía consigo una pistola, una radio policial y unas llaves, pero el otro está vacío. El coche en el que viajaban ha quedado hecho mierda, así que no he podido rescatar nada.-


-Bueno, entonces llévalos arriba con el jefe y ya él dirá lo que hacer.-


-Voy.-


El sonido de unos pasos cada vez más cercanos puso al rottweiler en alerta. Dejó caer su cabeza en el hombro de su amigo y cerró los ojos, actuando como si estuviera inconsciente. Alberto, en cambio, inspiró con fuerza y se mentalizó para cuando tuvieran que poner en marcha la estrategia del agente de policía.


-¡Eh, vosotros dos!-


La puerta trasera del camión se abrió repentinamente de par en par, dejando entrar una intensa luz artificial que deslumbró momentáneamente a Alberto. Una figura encapuchada se adentró en el interior del furgón y se acercó a los prisioneros.


-¡Levantaos!- Exclamó mientras agarraba a Alberto por uno de sus hombros y tiraba violentamente de él


-¡Mi amigo se ha desmayado!- Mintió el ave, resistiéndose como podía ante su captor


El bandido soltó a Alberto y se dirigió hacia Alex, dedicándole una mirada despectiva antes de levantarlo bruscamente de su asiento, cogiéndole por debajo de uno de sus brazos.


-Puto madero…- Susurró -Tú no intentes nada raro, ¿me entiendes? Sígueme.- Le ordenó después al pájaro


El oficial se dejó llevar por su raptor y aprovechó para abrir levemente uno de sus ojos, tratando de descubrir dónde se encontraban. Por desgracia, no había nada que destacase ni que le diese ninguna pista sobre su paradero. Parecía tratarse de un aparcamiento normal y corriente.


-Anda más rápido.-


-¡Vale, vale!-


Alex esperó varios minutos antes de echar otro vistazo a su alrededor. Ahora estaban caminando por los pasillos de un bloque de pisos de aspecto decadente, con trozos de madera tirados por el suelo y alguna que otra pintada de grafiti cubriendo sus muros. ¿Estaría abandonado? El policía esperó unos segundos más para comprobar que no hubieran moros en la costa y comenzó a desatar sus muñecas discretamente. Una vez liberado, empujó con todas sus fuerzas al bandido, sujetándolo y embistiéndolo directamente contra la pared.


-¡Mierda!- Gritó, sorprendido, el secuestrador


Antes de que su enemigo pudiera actuar, el rottweiler agarró su cabeza y la chocó contra el cemento, dejando en este una pequeña mancha de sangre. A pesar de tal ataque, el bandido logró reponerse y defenderse del agente de policía, atizándole un rodillazo rápido en el costado que le obligó a retroceder.


-¡Te vas a arrepentir de esto!-


Alex logró ver entonces el rostro de su atacante, quien parecía ser un león joven con varias cicatrices de pelea repartidas por la parte del hocico. De su boca emanaba un pequeño río de sangre, y en sus dientes se reflejaba la imagen de Alex. El felino no tardó demasiado en arremeter con agresividad contra el agente, sacando sus garras y rugiendo con furia. Alex esperó a que se acercara un poco más antes de levantar su puño y propinarle un golpe rápido en la mandíbula, acompañado de un gancho directo al estómago y de una patada rápida en las piernas. El bandido terminó cayendo al suelo y quedándose expuesto ante el rottweiler, que aprovechó la situación para colocarse sobre él y seguir pegándole hasta dejarlo fuera de juego.


-Esto te pasa por ir de tipo duro por la vida.-


Cuando vio que el felino ya no se movía, le escupió en el rostro y se alejó de él, regresando con Alberto.


-¿Te has quedado tranquilo?- Le preguntó su compañero después de liberarse de sus cuerdas


-Me siento de maravilla.- Admitió Alex -No me arrepiento de nada.- Bromeó después


Aunque ya se habían librado del bandido que los escoltaba, los problemas no parecían haber terminado. Unos pasos apresurados retumbaron desde la escalera del edificio, probablemente los de un guardia alertado por el alboroto que Alex y el león habían armado.


-Creo que tenemos que irnos.-


Sin decir nada más, Alberto corrió hacia la puerta de un apartamento en ruinas y se adentró rápidamente en él, haciéndole señas a su compañero para que lo siguiera. El perro, sin embargo, se quedó petrificado durante unos instantes. Los pasos eran más próximos por cada segundo que pasaba, por lo que Alex no pensó más y cogió en peso el cuerpo del león que había dejado inconsciente, arrastrándolo hacia Alberto con las pocas energías que le quedaban. El ave le echó una mano y escondieron al felino con ellos, internándose cautelosamente en el apartamento.


-¿Quién anda por ahí?-


El segundo bandido entró en escena, apuntando su pistola de izquierda a derecha y caminando lentamente por el pasillo.


-¡He dicho que quién anda ahí!- Repitió -¡¿Te crees que no te he escuchado?! ¡Sal de una vez, seas quien seas!-


Alex aguantaba su respiración mientras se alejaba lentamente de la entrada, tratando de hacer el menor ruido posible. Se acercó hasta un bloque de escombros y se agazapó detrás de él, no dándose cuenta de un pequeño trozo de cristal que yacía en el suelo. Su zapato pisó el vidrio y lo quebró al instante, emitiendo un sonido bastante desagradable.


-¿Eh?-


Alex maldijo en silencio su suerte y se mantuvo firme en su escondite. El guardia bandido se volteó hacia la entrada del apartamento y soltó una risita maliciosa.


-¿Ese era tu plan? ¿Esconderte en nuestra base? ¿En serio crees que sería tan fácil?-


El policía podía sentir en el suelo las vibraciones que emitían las pisadas del criminal. Tragó saliva y permaneció oculto.


-Sé que estás ahí, solo estás empeorando la situación. Sal.-


La voz del guardia sonaba cada vez más cerca.


-Contaré hasta tres. Uno…-


El martillo de su pistola emitió un leve chasquido, alertando al policía de que estaba preparado para disparar.


-Dos…-


Por suerte para Alex, el bandido no logró terminar su cuenta regresiva a tiempo. Antes de que pudiera hacerlo, un grito de guerra lo interrumpió.


-¡Tres!- Exclamó Alberto antes de abalanzarse contra el guardia con todas sus fuerzas


-¡¿Pero qué…?!-


El pájaro salió repentinamente de su escondite, aprovechando el factor sorpresa para tomar a su enemigo desprevenido y con la guardia baja. En sus manos portaba un ladrillo que no dudó en usar, levantándolo sobre sus hombros y bajándolo luego violentamente hacia la cabeza del bandido, quien no consiguió reaccionar a tiempo. El ladrillo de Alberto se manchó de rojo y el guardia se desmoronó en el suelo, dejando caer su pistola a los pies de Alex.


-Joder…- Susurró el ave tras soltar su ladrillo, respirando pesadamente por la tensión del momento


El agente tomó en sus patas el arma del malhechor y se puso en pie, mirando a su amigo con una sonrisa aliviada.


-Me has salvado la vida.- Le agradeció


-Te debía una, ¿no?- Respondió Alberto con un guiño de ojo


-Puede ser.-


-Entonces vámonos, que no quiero crearte una deuda salvándote la vida otra vez.-


El perro asintió con la cabeza y se internó aún más en el apartamento en busca de alguna salida de emergencia, encontrándose con una escalera de incendios que llevaba directamente hasta la parte trasera del edificio.


-Por aquí.- Anunció a su compañero


-Voy.-


Tras llegar sanos y salvos hasta el punto más bajo de las escaleras, ambos supervivientes dieron un pequeño brinco y aterrizaron, por fin, en suelo urbano. Alex examinó la calle en la que se encontraban detenidamente, intentando averiguar en qué zona de Sevilla habían terminado. Todo parecía apuntar a que estaban en un barrio claramente pobre, casi abandonado. El policía elaboró un mapa de la ciudad en su cabeza, pero no logró situarse en él con claridad.


-Tenemos que buscar un quiosco.- Pensó en voz alta


Alberto se acercó a él y le dio varias palmadas amistosas en la espalda.


-Entonces será mejor que nos vayamos pitando de aquí, no sabemos cuándo se van a dar cuenta los bandidos de que le has dado una paliza a uno de los suyos- Apuró, vigilando sus alrededores


-Tienes razón.- Asintió el policía -Vamos.-


Sin darse siquiera un minuto de descanso, el perro y el pájaro comenzaron a explorar la zona en busca de algo que les ayudara a orientarse, como un punto de turismo donde encontrar un mapa urbano o algún edificio o calle mínimamente reconocible. Alex permanecía alerta por si aparecía algún infectado o bandido, pero todo parecía estar tranquilo. El canino rezó en silencio para que siguiera así y continuó caminando sin rumbo, agradecido de poder contar con Alberto como su nuevo compañero de supervivencia.


CONTINUARÁ...


 

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¡Gracias por leer!


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