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Brote (NUA #0)

Actualizado: 13 abr 2021

"Manchas de sangre cubrían su ropa, mandíbula y garras, dándole un aspecto terrorífico a la vez que macabro."

 

¡Buenos días, querido lector, y bienvenido a un nuevo blog!


En esta ocasión te presento el prólogo de una de mis novelas, titulada Nuestro Último Aliento y de la que podrás disfrutar de manera completamente gratuita desde esta web. ¡Próximamente, también a través de Wattpad!



¡Buena lectura!


 

22/01/2022

El sol ya había aparecido en el horizonte urbano de Sevilla, anunciando el comienzo de un nuevo día y activando los comercios de la famosa ciudad española. La mayoría de ciudadanos, menos los más nocturnos, se encontraban abriendo las ventanas de sus locales y hogares, saludándose entre ellos y deseándose una feliz mañana. Los trabajadores partían hacia sus respectivos puestos, y el caso de Iván no era una excepción. El joven conejo, como una gran parte de sus compañeros de clase, se veía obligado a trabajar a tiempo parcial en un restaurante de comida rápida para pagar sus estudios superiores. Aquel era un sábado como otro cualquiera, por lo que el universitario, en cuanto terminó de ducharse y de desayunar, arrancó su moto, se colocó el casco de seguridad y aceleró, sintiendo cómo el leve viento matutino acariciaba su pelaje recién lavado. Por suerte, el lugar en el que trabajaba estaba relativamente cerca de su piso, por lo que estuvo ahí en un abrir y cerrar de ojos. Nada más llegar, entró en el cuarto de baño del personal y se vistió con su respectivo uniforme. -Buenos días, orejitas.- A sus espaldas apareció Noah, el gato encargado de los repartos a domicilio. Ambos trabajadores se saludaron con una sonrisa. -Buenos días, bigotitos.- Tras aquel intercambio de motes amistosos, el conejo se dirigió hacia el mostrador y se preparó para recibir a los clientes. -¿Listo para la faena?- Le preguntó el felino Iván asintió con la cabeza. -No suele venir mucha gente por la mañana. Deberíamos estar tranquilos por ahora.- Respondió mientras estiraba sutilmente sus brazos. -Ya vendrá el típico personaje del heladito, no te preocupes.- Bromeó Noah El roedor dejó escapar una risa, encendió la caja registradora y empezó a comprobar si todo estaba en orden. Detrás de él se encontraban los cocineros, a un lado el dependiente del servicio a coches y delante, perfectamente limpias y preparadas, las mesas del local. -Todo parece correcto…- Susurró para sí Ahora solo quedaba esperar a que los clientes comenzaran a llegar. Para matar el tiempo, Iván agarró su móvil y, mientras charlaba con su amigo Noah, abrió sus redes sociales en busca de algo de entretenimiento. -.-.-.-.-

La hora del almuerzo había llegado, y, con ella, todos los adolescentes que salían con sus amigos para celebrar el fin de semana. El local en el que trabajaba Iván no tardó en llenarse de clientes. -Siguiente, por favor.- Repetía el conejo, levemente agobiado por la cantidad de gente a la que tenía que atender La jornada transcurría con normalidad. El conejo anotaba los pedidos, los cobraba y los enviaba a la cocina de manera rápida y mecánica. Tal era su eficacia que había logrado convertirse en empleado del mes en más de una ocasión. -Hola muy buenas. ¿Qué le pongo?- El siguiente animal del que se tenía que encargar era un león de apariencia débil y enferma. Su mirada parecía perdida en la nada, y sus ojos sugerían cansancio. Su cuerpo, a pesar de encontrarse aparentemente bien ejercitado, daba la sensación de poder ser abatido con un simple soplido. -Ponme comida. Mucha comida, por favor.- Fue la respuesta del felino Iván quedó aturdido durante unos instantes. -¿Perdón?- Preguntó extrañado -Señor, tiene que pedir un plato o menú específico.- -No me importa qué plato sea, solo quiero comer.- Insistió el león -Pero señor, yo necesito que me diga…- Antes de que el roedor pudiera terminar la frase, el felino dio un fuerte golpe en el mostrador y clavó sus ojos inyectados en sangre en el dependiente, amenazante. -¡Que me pongas comida he dicho! ¡Necesito comer!- Aquella reacción tan violenta hizo que el corazón del conejo comenzase a latir a una velocidad nunca antes vista. De un momento a otro, todas las miradas del restaurante se fijaron silenciosamente en Iván, quien, asustado, se vio obligado a obedecer al carnívoro, tecleando en su máquina registradora una cantidad considerable de pedidos aleatorios. -S-Son veinte euros con cincuenta y cinco céntimos…- Tartamudeó el conejo al ver el precio final El león sacó su cartera, agarró un billete naranja con violencia y se lo dio al dependiente sin decir palabra. Iván agarró el dinero y le devolvió el cambio que le correspondía, sintiendo cómo una gota de sudor se resbalaba por su frente. El irascible comportamiento de aquel felino lo había dejado petrificado. -S-Su comida saldrá en breve.- Le dijo al león, que ya se encontraba de camino a la zona de recogida de pedidos Afortunadamente, los clientes que siguieron al carnívoro se percataron de la situación y le preguntaron si se encontraba bien, ofreciéndose incluso a llamar a la policía. El roedor negaba constantemente y respondía que no había sido nada más que un mero susto. Rezó para que aquella fuera la primera y última vez que tenía que interactuar con aquel extravagante sujeto, pero no fue así. Todo parecía correcto al principio. El león, tras recoger su bandeja y dirigirse a su mesa, procedió a devorar toda la comida que había encargado, engullendo sin cuidar mínimamente sus modales. Cuando aquello no parecía poder ser más grotesco, el felino, de manera espontánea, perdió el conocimiento. -¡Ayuda, se ha desmayado!- -¡Está inconsciente!- Iván, en cuanto vio la escena que estaba montando el león, salió rápidamente del mostrador y se acercó a él. Efectivamente, el carnívoro parecía estar fuera de juego sobre su mesa. Su cabeza se encontraba apoyada en una montaña de hamburguesas, y de su boca emanaba saliva de manera desmesurada. -¡Que alguien llame a una ambulancia!- Ordenó el dependiente con un grito, colocándose a un lado del felino mientras lo meneaba sutilmente, tratando de despertarlo -¡Estoy en ello!- Respondió un zorro que se encontraba en una mesa cercana, sacando su teléfono y marcando el número de emergencia De un segundo a otro, sucedió algo que dejó en silencio a todo el restaurante. El león comenzó a abrir los ojos. -¿Señor?¿Se encuentra bien? Hemos llamado a la ambulancia, no se preocupe. Relájese.- Iván, tras examinar detenidamente al león, se giró hacia los demás clientes con una sonrisa. -Podéis volver a comer tranquilamente, ya está todo bajo contr…- Un desagradable sonido cortó las palabras del conejo, acompañado de un desagradable líquido verde que salió disparado de la boca del león y terminó en los pantalones del dependiente. -¿Pero qué…?- Los ojos del roedor se encontraron con los del carnívoro durante unos instantes. Algo dentro de Iván se activó, incitándole a alejarse cuanto antes. Antes de que pudiera hacerlo, el león se levantó repentinamente de su asiento y lo embistió sin dejarle tiempo de reacción, tirándolo violentamente al suelo. -¡Ah!- Chilló Iván, dolido ante tan gratuito ataque El conejo, aún aturdido, no pudo levantarse antes de que el león se abalanzase contra él. Sentir el aliento del depredador azotando su faz fue suficiente para que Iván activase su instinto de supervivencia. -¡Ayuda!- Logró gritar mientras se debatía contra su atacante, colocando sus patas en el rostro de este para evitar que lo mordiera -¡Aléjate de él!- Por suerte para el conejo, un valiente ciervo apareció detrás del león, tomándolo de la ropa y tirando de él con fuerza. El león, tras percatarse de su presencia, se giró bruscamente y cargó contra el venado, que salió disparado hacia una de las mesas del local. El carnívoro no tardó en saltarle encima, clavándole las garras en sus hombros y los colmillos en su cuello. El ciervo gritó de manera agonizante y cayó sin vida en los brazos de su cazador, provocando que el pánico se propagara como fuego en pólvora entre los demás animales. Iván, impactado, solo pudo salir corriendo hacia la recepción en busca de su teléfono móvil. Marcó rápidamente el número de la policía y comenzó a buscar las llaves de su moto, tratando de concentrarse entre los gemidos de desesperación y dolor que lo envolvían. El león parecía estar atacando a todo aquel que se le pusiese por delante, ignorando las súplicas de sus víctimas. -Cuerpo de policía. ¿Cuál es la…?- -¡Un león se ha vuelto loco y está asesinado a gente! ¡Tenéis que venir cagando leches, ya hay un muerto!- Explicó Iván desesperadamente -¿Dónde…?- -¡Calle Ronda de Capuchinos, número 29!- -Entendido, una patrulla está de camino.- Un pitido marcó el final de aquella breve conversación. El conejo guardó su teléfono y se giró hacia la salida trasera del local, pero, de nuevo, el león le cortaba el paso. Manchas de sangre cubrían su ropa, mandíbula y garras, dándole un aspecto terrorífico a la vez que macabro. -¡No, por favor!- Chilló el roedor cuando vio que el depredador comenzó a correr hacia él Esta vez, Iván pudo reaccionar a tiempo y agarró una de las sartenes que había en la cocina. Empuñó su arma con fuerza y la usó sin pensárselo dos veces contra su perseguidor, propinándole un fuerte golpe en la cabeza que lo hizo tambalearse y caer momentáneamente. -¡Déjame en paz!- La adrenalina recorría las venas del conejo, impulsando sus piernas hacia la salida. El carnívoro rugió con furia detrás de él , pero el roedor logró escapar del local por la puerta trasera, cerrando esta a su paso. Iván tomó las llaves de su motocicleta, la encendió y se montó en ella sin siquiera colocarse el casco de seguridad, pisando el acelerador a fondo y escapando con el corazón latiendo a mil por hora. Solo cuando hubo llegado a casa, el conejo se paró a examinar sus heridas. El león había logrado provocarle arañones por su costado derecho, y tenía moratones repartidos por todo su cuerpo. Su cabeza empezó a dar vueltas, y sus piernas a dejar de responder. Su cuerpo se desplomó, cayendo rendido en uno de los sofás que había en el salón de su piso. Su visión se fue nublando poco a poco hasta quedar sometida en una profunda oscuridad.


CONTINUARÁ...


 

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¡Gracias por leer!

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